Yo Construyo

Viajaba hasta cuatro horas diarias para certificarse en soldadura

Autor: Constructor, publicado el

Ámbar Cuevas es de Villa Alemana, y se trasladaba diariamente a Santiago para certificarse en el Centro Técnico Indura. En su relato cuenta cómo se inspiró en un viaje a Canadá para reconocer su pasión por las estructuras metálicas.

Durante un largo período de infancia, Ámbar Cuevas (19) reconoció a su familia que le gustaría dedicarse durante toda su vida al rubro de la cirugía plástica. Sin embargo, todos se llevaron una gran sorpresa cuando, al cursar enseñanza media, se decidió finalmente por el rubro de mecánica industrial. Fue allí donde conoció su verdadera vocación: la soldadura. 

La oriunda de Villa Alemana relata que “en la Escuela Industrial de Valparaíso, me pasaban un módulo que era de soldadura, y estaba reacia a hacerlo, porque me cargaba el olor a metal quemado. Pero cuando empecé a hacer el módulo me fue gustando, y me di cuenta que era buena en eso”.

“Todo el curso era casi de puros hombres. Pero el profe me dejo a cargo del módulo de soldadura, entonces fue muy bacán. Quedé súper contenta porque me di cuenta que era buena”, narra Cuevas. 

Pero eso no fue suficiente para decidir que su futuro sería de la mano con las estructuras metálicas. No fue hasta un viaje a Canadá, que ella misma costeó, que se convenció de lleno que este rubro era lo suyo. 

“Fui a Canadá para buscar trabajo y visitar a mi hermana, que vive allá. Ahí conocí a un compañero, que también era chileno y era soldador. Me contó que él se certificó en este rubro y que le ha ido súper bien, que allá pagan muy bien todo lo que tiene que ver con soldadura. Fue ahí cuando decidí juntar plata y hacer un curso, acá en Chile”, señala la joven.

 

Un diario esfuerzo para cumplir sus metas

Al volver a Chile, se puso inmediatamente a buscar dónde estudiar y certificarse en soldadura. Así dio con el Centro Técnico Indura, dedicados a la especialización en diferentes rangos.

Sin embargo, había un pequeño problema: todos los cursos en los que podía capacitarse estaban en Santiago, a dos horas de viaje de su natal Villa Alemana (sin contar los tacos, que serían una o dos horas más). Aún así decidió dar el paso. 

“Me levantaba a las 5.00 horas para llegar al curso a las 8.30. Salía a las 17.00 y al final igual llegaba como a la medianoche a mi casa. Igual la sufrí caleta y estaba con los nervios de punta, pero los profes son muy buena onda y siempre entendían. Para mí fue un esfuerzo gigante”, cuenta Ámbar. 

“Di todo de mí porque me quería puro certificar. De aquí a dos años me veo fuera, ya trabajando en Canadá, porque es algo que, aparte de que me gusta, se paga muy bien, y es infaltable, entonces se que me va a ir bien”, complementa. 

Para lograr su cometido, sus próximos pasos van de la mano con seguir capacitándose para lograr un profesionalismo óptimo al momento de viajar fuera de Chile. 

“Ahora, cuando termine lo del curso, en noviembre empiezan las matriculas en Duoc UC. Quiero hacer un técnico en mantención industrial, para así irme con un título técnico hacia afuera, aparte del certificado de Indura, que es de soldadura TIG”, cierra.