Yo Construyo
Maestro norteño le ganó a la vida y hoy forma a los soldadores del futuro
Autor: Constructor, publicado el
A punta de esfuerzo y pasión, Rodrigo Bórquez le ganó a la pobreza de la mano de los fierros, soldaduras y estructuras metálicas. Su receta fue la constancia en el trabajo y el estudio. Actualmente es profesor técnico de un liceo en Alto Hospicio.
Con una infancia complicada en temas económicos sobre las tierras secas y áridas de Arica, Rodrigo Bórquez (35) supo como salir adelante a puro esfuerzo y dedicación. A pesar de ser un poco desordenado en el colegio, siempre se aferró a su gran pasión: el trabajo con fierros, estructuras metálicas y soldaduras.
“Mis inicios fueron bastantes humildes, modestos. Estudié en un liceo industrial, y ahí empecé a hacer carrera desde muy joven. Ya a los 17 años empecé a hacer práctica profesional en las distintas empresas en las que me fui desenvolviendo”, relata el aludido a La Cuarta Constructor.
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La necesidad fue su detonante, ya que a esa temprana edad ya era papá. “Lo único que tenía eran mis manos y mis ganas de trabajar. Tuve que madurar, porque cuando nació mi hijo, con mi esposa nos fuimos a vivir solos altiro”, narra.
![Rodrigo Bórquez ANTES.jpg](https://bkt-s3-strapi.s3.amazonaws.com/Rodrigo_Borquez_ANTES_f9ebedb212.jpg)
Como siempre fue un rubro que le gustó, nunca tuvo problemas para impulsarse en este empleo. De hecho, es reconocido en las faenas mineras de la zona norte de Chile por ser capaz de fabricar equipos de alta envergadura.
Debido a este trabajo, se radicó en la comuna de Alto Hospicio, Región de Tarapacá. A pesar de vivir una infancia dura y en un contexto de pobreza, desde que empezó a trabajar, Rodrigo Bórquez siempre ha ido en ascenso en lo laboral, siempre de la mano con su pasión por los fierros. “Trabajé 10 años. Durante ese tiempo me fui superando en cargos, pasando de ser practicante, hasta ser maestro capataz en una maestranza y supervisor. Después no pude seguir subiendo de puesto porque me faltaba estudio”, cuenta el maestro norteño.
En ese momento, Bórquez decidió entrar a la universidad para convertirse en ingeniero mecánico. Además, el haber estudiado en el Centro Técnico Indura (CETI) fue una de las entidades más importantes en su progreso como profesional, otorgándole varios cursos y grados destacados en su carrera.
## El profe Bórquez
Uno de los grandes saltos en su carrera lo dio hace poco, cuando se convirtió en profesor del Liceo Bicentenario Nirvana, formando a futuros soldadores y trabajadores del metal.
“Cuando estaba trabajando como supervisor, me di cuenta que llegaban varios alumnos a trabajar ahí como practicantes, pero me di cuenta que tenían muchas brechas. Muchas veces me vi reflejado en ellos. Para tratar de devolver la mano de lo que alguna vez necesité, me puse a enseñar y explicar todo lo que sé”, asegura.
El profesor agrega que “el colegio en el que trabajo, en Alto Hospicio, es vulnerable. Detrás de él está lleno de tomas, y mis alumnos viven en ese lugar. Siempre les digo a ellos que fui uno de ellos en algún minuto. A veces te ven con un traje, un terno y piensan que uno nunca vivió necesidades, entonces contarles la historia de vida a ellos les motiva”.
Para finalizar, este ganador de la vida dejó un claro mensaje a los maestros lectores. “La soldadura en un campo enorme, en la que uno nunca deja de aprender. Además es muy rentable y recomendable para trabajar: en el norte, un soldador promedio, debe estar ganando unos 900 mil pesos mensuales”, cierra Bórquez.