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Sepa cómo hacer que su fundación resista cualquier carga

Autor: Constructor, publicado el

La clave está en realizar el proceso correcto tanto en el proceso de enfierradura como de mezcla de hormigón. Conozca todos los detalles en esta nota.

En albañilería, una fundación es la obra que está en contacto directo con el suelo, proporcionando las cargas de la cimentación de manera equilibrada. Está compuesta por cimiento en la parte inferior, y sobrecimiento en la parte superior. 

“Sus funciones principales son aislar el nivel de piso terminado de la humedad del terreno y además poder traspasar todos los esfuerzos, por ejemplo, de un sismo, viento y nieve, además del peso propio de la vivienda al terreno bajo ella. La profundidad mínima de los cimientos de hormigón o de albañilería se recomiendan de 0,60 m, debiendo penetrar éstos, a lo menos, 0,20 m en las capas no removidas del terreno”, detalló Emilio Guerra, profesor del Departamento de Construcción y Prevención de Riesgos de la USM. 

Existen varios tipos de fundaciones, y dependen, en su mayoría, según el uso que se les va a dar en el futuro, o bien de las condiciones del terreno en que se desempeñarán. 

“Existe la fundación continua, es decir, la que no se interrumpe y recorre todos los muros perimetrales de la vivienda, también se puede complementar con vigas de fundación de hormigón armado que cumplen la función de brindar mayor soporte a los muros interiores que están resistiendo cargas de un segundo piso o en viviendas de un piso los muros interiores de albañilería”, explicó el docente. 

El experto añadió que “otro tipo de fundación es la aislada, conocida como apoyo de fundación, y se utiliza cuando la vivienda es construida sobre pilares y envigado comúnmente en terrenos con mucha pendiente. Esta fundación tiene la forma de un dado e idealmente debe ir armada (con enfierradura) y sobresalir al menos 10 cm del terreno natural que la rodea”.

Una de las principales características de una fundación, y que le da esa resistencia tan necesaria para soportar las grandes cargas a las que se verá expuesta es que tiene una enfierradura en su interior, otorgando un gran aguante a las mismas. Sin embargo, estos metales deben ser estriados para que la mezcla tenga una mayor agarre en las nervaduras del fierro. 

“Existen distintos grados en este tipo de enfierradura, destacando principalmente dos, A44-28H y A63-42H, la primera letra significa que es acero al carbono, los dos dígitos que siguen representan la tensión máxima y los otros dos el límite de fluencia, finalmente la H significa que su uso es para hormigón armado. Para la conformación de las armaduras es recomendable asesorarse por un profesional que pueda entregar la especificación técnica de diámetros y forma”, prosiguió Guerra. 

Para finalizar, es necesario reconocer al otro elemento que compone la fundación: el hormigón. Para que este tenga una resistencia correcta, debe cumplir con ciertos estándares y dosificaciones, las que serán diferentes tomando en cuenta factores como el clima, el tipo de suelo de la zona en la que se construirá y el peso al que la fundación está destinada a soportar. 

“La recomendación es siempre asesorarse por un profesional. De todas maneras, una dosificación de referencia en una ambiente no agresivo puede ser la siguiente: por cada saco de cemento de 25 kg, 9 baldes de grava, 10 baldes de arena y entre 1,2 y 1,5 baldes de agua. Además,  la incorporación de un aditivo líquido impermeabilizante es siempre recomendable siguiendo las instrucciones del fabricante”, señaló el experto. 

“Con esos materiales se logra un volumen de 140 litros de mezcla o 0,14 metros cúbicos. Hay que tener en cuenta que las dosificaciones que hace un profesional son hechas de acuerdo con una estricta normativa nacional en estos ámbitos”, cerró.