Tema Central

El secreto del cemento romano: ¿Por qué sigue siendo superior al actual?

Autor: Constructor, publicado el

Más de dos milenios han pasado desde la creación del imperio romano. Desde estos tiempos de antaño es que el cemento de sus construcciones sigue casi intacto, dando paso a la interrogante… ¿Por qué este tipo de cemento es superior después de tantos años?

Hace más de dos milenios, los antiguos romanos desarrollaron una tecnología de construcción que sigue desafiando a la modernidad: su cemento se mantiene casi intacto, por lo que sigue siendo superior al actual. ¿Por qué una tecnología de hace más de 2 mil años es superior a la contemporánea?

El mundo científico se ha hecho esta pregunta por años, por lo que un grupo de investigadores se ha dedicado a estudiar exhaustivamente la composición del cemento y el mortero romano, con la esperanza de aprender de estos materiales ancestrales y tratar de replicar su éxito en la actualidad.

Desafíos latentes

Aunque el cemento y el hormigón han revolucionado la calidad de las construcciones modernas, su producción masiva plantea serios desafíos ambientales debido a su alta contaminación. A pesar de los avances en la creación de hormigones más sostenibles, como aquellos capaces de almacenar energía, su fabricación a gran escala sigue siendo un reto importante en la actualidad.

El cemento portland ordinario (OPC) es el más utilizado en la construcción moderna, pero su proceso de fabricación contribuye significativamente a las emisiones globales de gases de efecto invernadero, representando aproximadamente el 8%. Esta situación subraya la necesidad apremiante de buscar alternativas más amigables con el medio ambiente y duraderas, lo que ha llevado a los expertos a dirigir su mirada hacia el pasado.

El secreto

Los antiguos romanos utilizaron morteros hidráulicos enriquecidos con cal y ceniza volcánica, una técnica que demostró ser excepcionalmente duradera y sostenible. Este antiguo cemento no solo resistía el paso del tiempo, sino que también tenía la capacidad única de repararse a sí mismo, gracias a los agregados volcánicos que facilitaban la formación de cristales para rellenar las fisuras con el tiempo.

La presencia de fuentes de calcio en el mortero romano era esencial para este proceso de autorreparación, lo que reducía la necesidad de mantenimiento y prolongaba la vida útil de las construcciones. Muchas de estas estructuras aún se mantienen en pie hoy en día como testigos de la eficacia y sostenibilidad de la ingeniería romana.

Además, no podemos ignorar el excelente trabajo de los expertos en la restauración de estas construcciones antiguas. Las estructuras romanas han resistido el paso del tiempo mucho mejor que las construcciones contemporáneas, lo que resalta la eficiencia romana en la construcción de edificios e infraestructuras.